martes, 8 de septiembre de 2009

Recuerdo que cuando tenía cinco años, era incapaz de estar más de medio segundo viendo una tienda de bicis; ahora, soy capaz de tirarme un cuarto de hora. También recuerdo que, cuando comenzé, ya me parecía duro llegar a los 20 kilómetros hora, y que sería incapaz de llegar a coger más velocidad, y pensaba que si el miedo que le tenía a las bajadas se me quitaría. Ahora, soy capaz de llegar a cuarenta kilómetros hora, y en las bajadas, poniéndome "a lo Perico", cogo los 5o sin miedo. Os cuento esto como inicio de artículo para que veáis todo lo que he cambiado, desde que era pequeño a ahora, con esto de la bici. No sé a vosotros, pero a mí me parece increíble. Otra de las cosas que también me parecen increíbles es que, en plena temporada de exámenes, teniendo que estudiar un m0ntón, aún me queden fuerzas para salir en bici, aunque, por el tiempo, sólo sea hasta Bamba, o hasta el carril bici (10 kilómetros). Como podéis observar, soy lo que se dice un loco de la bici, y, además, que hago un montón de sacrificios por ella. En más de una ocasión, cuando he acabado algo cansado, puedo sentarme y descansar, pero yo no hago eso porque quiero sentir la felicidad de cuando una persona se pica con otra, quiero sentir el aire que da en la cara cuando bajo a "lo Perico", quiero subirme sobre el sillín y pedalear cuarenta kilómetros, "aunque llene de sangre la carretera", como decía el fenómeno Agustín Tamames.
Como podéis ver, todo por la bici. Nos vemos dando pedales.

No hay comentarios: