sábado, 24 de diciembre de 2016

Filosofeando un poco


Llegaron los últimos días del mes de diciembre, y cone llos, las fiestas navideñas. Días para juntarse con la familia y contarnos las “batallitas” sucedidas a lo largo del año. Reconozco que no son mis fiestas favoritas por varios motivos, y que en estos días no disfruto demasiado, pero sé de la importancia de estas fechas para muchas personas. Me gusta, o más bien me encanta reunirme con mi familia, pero no me gusta nada el consumismo que hay en estos días, resumiendo mucho mi punto e vista sobre estos días festivos.

Con la llegada del fin del año, muchos correréis algunas de las miles de San Silbestres que se celebrarán a lo largo y ancho de nuestra geografía. Algunos os habréis descartado por correr una de las más famosas y conocidas, la Vallecana, sobre 10.000 metros, y con una participación impresionante, mientras que otros, seguramente, optaréis por correr otras pruebas no tan masivas o más cercanas a vuestros lugares de residencia. La de Zamora se celebrará, como es costumbre, el día 31 de diciembre sobre un recorrido urbano de unos 3500 metros por las calles más céntricas de la capital. Tras varias ediciones con el circuito de la catedral, al cual se daban un par de vueltas, Atletismo Zamora cambió en 2012 el recorrido. Como todo, con sus pros y sus contras, pero, ante todo, pensando en el corredor. Y, la verdad, este nuevo circuito me gusta bastante más

Este año, como llevo haciendo desde 2013, tampoco correré en la carrera de final de año de mi ciudad. Si soy sincero, no ha sido nunca una prueba que me haya motivado en exceso. Creo que mis resultados en la San Silvestre de Zamora no han sido lo suficientemente malos como para catalogarlos de pésimos (aquí logré mi primer podio con doce años, siendo tercero en la categoría Infantil, con mi compañero Steven en segunda posición), pero, a pesar de ello, no ha sido de las pruebas donde mejor me lo haya pasado. La verdad, me gustaría ver una carrera un poquito más larga. No hace falta subirse hasta los diez kilómetros, como hacen en la mencionada Vallecana o en la de Salamanca, pero sí del estilo a la de Palencia, donde, si no me equivoco, corren unos 6000 metros. Quizá, si fuera esa distancia o un 5000, por ejemplo, me pensaría un poco más en serio lo de participar. Y es que siempre me ha pasado lo mismo, para cuando quería empezar a coger el ritmo, la carrera se había acabado. La verdad, y solo como observación, en Zamora echo bastante de menos más carreras de diez kilómetros. Hay varias de tres, cuatro, cinco o seis kilómetros, de y ahí pasamos a la media maratón, 21097 metros por delante. Hablo, por supuesto, de asfalto, porque he visto que en Valorio harán para febrero una carrera de trail, donde una de las dos distancias disponibles es de unos 9500-10000 metros.

Y hablando de Valorio. El bosque zamorano es un lugar muy, muy transitado por “bikers”, ciclistas en bicis de ciclocross (la celebración del campeonato de España de esta especialidad dejó un circuito curioso), atletas y, por supuesto, personas caminando. En este lugar, muy propio para carreras de campo a través y ciclocross, apenas vemos la celebración de tres crosses y, desde 2011, apenas ha acogido un par de pruebas de ciclismo. En temas atléticos, hay que estar muy agradecidos al Club Mesa de Valorio, por la celebración de su cross popular, y a Teo de las Heras, quien, con la inestimable ayuda del club en el que está de entrenador, el Atletismo Zamora, ha logrado recuperar alguna carrera de campo a través en Valorio, carreras que suelen ser gratuitas, algo que cada ve es más raro de encontrar. Como decía, en las pruebas de 10.000 en la capital, me gustaría más carreras dentro de este bonito bosque que tenemos en Zamora.

Sobre entrenamientos, esta semana, una vez más, he vuelto a cambiar el día de descanso. Llevo ya unas cuantas semanas descansando los sábados y rodando los viernes. Por ahora, en este “periodo de acondicionamiento general” (no me acabo de adaptar a estos tecnicismos) la idea es mantener esta estructura de entrenamientos, pero, una vez acabadas todas las semanas, volveré a descansar los viernes, porque, con esa estructura que suelo utilizar en las series, me cuadra mejor descansar los viernes.

En este momento de la temporada, en el cual me ha tocado empezar de cero tras lesionarme, me toca acumular kilómetros de rodaje con el objetivo de ir cogiendo poco a poco algo de forma, hasta llegar a un punto ene el cual la carrera continua no pueda producir más mejoría, y será donde, lo quiera o no, tendrán que aparecer las primeras series después de lesionarme. Mi idea principal es hacer doce semanas solamente rodando, lo que los ciclistas llaman “hacer la base”, al inicio del plan con la idea de entrenar por tiempo y guiándome según los datos del pulsómetro, y desde una semana, guiándome por ensaciones y por kilómetros. Este periodo, en un principio, va a durar doce semanas, en las cuales debo ir aumentando poco a poco la distancia, para acabar los últimas semanas haciendo el mismo el mismo volumen que estuve tocando durante varias semanas de la pasada temporada, unos noventa kilómetros. Esto lo valoraré, pero, en un principio, completaré esas doce semanas.

Durante este periodo, en teoría y según lo que he leído, hay que controlarse y tal, y que si no se hace, nos cargamos “la base”, pero ésto me lo saltaré. Correré en Ávila, y aunque me den palos, intentaré correr todo lo rápido que el cuerpo me deje. No he mirado fechas, pero si el Regional y Don Bosco coinciden, pues las correré y no pasará nada por estar haciendo “la base”.

Esta semana había comentado cómo fueron las sesiones de entrenamiento hasta el miércoles, así que comentaré cómo han sido el resto de días. El jueves completé un rodaje de 14 kilómetros en 1h02'05”, a 4'26 min/km. El viernes, completando una ruta muy semejante, acabé con otros 14 kilómetros justos en 1h02'29, a 4'27 min/km. Hoy está marcado el día de descanso, y el domingo, el rodaje largo, que será de unos 17-18 kilómetros.

Nos vemos… haciendo deporte, claro.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Sumando kilómetros

Hoy me pongo a escribir con la intención de que ha pasado bastante tiempo desde la última vez que lo hacía, a principios de este mes. Han pasado unas tres semanas desde entonces, pero tengo la sensación de que ha sido un tiempo muchísimo mayor. Desconozco el motivo por el cual ésto sucede, pero es así. Quizá, el “mono” que muchas veces tenemos cuando, por diversos motivos, no podemos salir a entrenar, también aparece en este mundillo de la escritura. ¿Por qué no? Es algo que perfectamente puede suceder, y que estoy seguro de que, en esta ocasión, me ha sucedido. Para la entrada de hoy en mi blog más personal, me gustaría escribir sobre estos primeros entrenamientos, sus correspondientes sensaciones y alguna que otra “historieta” relacionada con este tema o con las competiciones. Al final, tengo la sensación de que ésto es un tanto monótono, siempre unos temas iguales o muy parecidos, pero, cuando uno está flojo de ideas, tiende a tirar de lo que mejor le sale a la hora de sentarse frente a un teclado para juntar unas cuantas líneas, y ésto es lo que me lleva pasando desde hace ya bastante tiempo.

Desde que comencé a entrenar hasta hoy, han pasado cinco semanas completas y los tres días que llevamos de esta. En este tiempo, he podido empezar a entrenar de una forma más o menos regular, cumpliendo con los entrenamientos que estaban marcados dentro del plan de entrenamiento. La primera semana consistió en readaptarse a la carrera después de estar casi dos meses lesionado (faltó una semana), guiándome por pulsaciones y tiempo, sin hacer intervalos más fuertes y procurando no quemar etapas antes de tiempo. Completados esos primeros días, elaboré el primero de los tres meses de preparación con la idea de ir acumulando kilómetros a un ritmo cómodo, intentando mantenerme entre 160 y 165 pulsaciones, introduciendo, con el paso de los días, algún que otro intervalo a un ritmo más fuerte (180-185 pulsaciones), al ver, tras completar las primeras sesiones dentro de esta tabla, que me veía un tanto estancado a partir de la mitad del entrenamiento, y ya de paso, aprovechar para “quitarme la polvorilla” tras tantos kilómetros rodando a un ritmo constante, pero teniendo teniendo la sensación, en contra de lo que el GPS o, mejor dicho, el pulsómetro, solía indicarme, de que podía ir más rápido. Así, con estos intervalos de unos 15-20 minutos y sesiones guiadas por pulsaciones y por tiempo en vez de por distancia, he estado sumando los primeros kilómetros tras lesionarme. Poco a poco, aunque también, quizá, con excesiva rapidez, depende de cómo se mire, he llegado a alcanzar los 80 kilómetros semanales al final de este primer periodo.

Una de las ventajas que creo que puede tener el hecho de entrenar de forma autodidacta es que te permite modificar las sesiones de entrenamiento sin tener que consultar con nadie y teniendo como único objetivo ver cómo reacciona el cuerpo ante diferentes maneras de entrenar dentro de un mismo periodo. Después de estar estas primeras cinco semanas rodando por tiempo y basando el esfuerzo en las pulsaciones, opté, al empezar a organizar las siguientes cuatro semanas de entrenamiento, cambiar todo por completo y empezar a entrenar por kilómetros y sin ponerme la banda del pulsómetro. ¿Por qué este cambio? Por un lado, debo reconocer que el cambio a rodar por distancia lo he hecho un poco por comodidad a la hora de buscar rutas para rodar. Después de bastante tiempo entrenando por metros, tengo más o menos medidos unos cuantos circuitos, unos más largos que otros según lo que quiera hacer, lo que me permite ponerme a rodar casi sin hacer cálculos. Cuando he estado entrenando por minutos, me he dado cuenta de que tenía que acabar haciendo cálculos basándome en el ritmo que llevaba y el tiempo que faltaba para acabar, para así poder meterme por un sitio u otro. Al final, he tenido que darle una importancia relativamente amplia a los kilómetros para así, poder rodar por distancia (creo que no me he expresado nada bien), por lo que, al final, esos metros o kilómetros han tenido que ver igualmente en los entrenamientos, por lo que me decido a volver a rodar basándome en ellos y haciendo las rutas que tengo más o menos medidas según lo que quiera hacer cada día. Respecto al uso del pulsómetro, he vuelto a caer en el error de siempre. Le he acabado dando más importancia a lo que me iba marcando el reloj que a las sensaciones de mi cuerpo, quizá, en alguna ocasión, forzando más de lo que el cuerpo quería por mantenerme dentro de las pulsaciones marcadas, y en otras, teniendo la sensación de ir parado, en ambas ocasiones por el mismo motivo.

Así, siguiendo esta “nueva” forma de entrenamientos, llevo estos tres primeros días de la semana. El lunes comencé haciendo un rodaje de un pelín más de 13 kilómetros en 56'34, a 4'20 min/km. El martes rodé 14 kilómetros justos en 1h01'24”, a 4'23 min/km y bastante buenas sensaciones. Para seguir haciendo “la base”, como dicen los ciclistas, hoy completé otro rodaje de 15 kilómetros en 1h06'17, a 4'25 min/km con sensaciones de todo tipo, en algunos momentos muy buenas y en otros, no tanto.

En lo que se refiere a los próximos objetivos competitivos, ya estoy inscrito al Cross “Ciudad de Ávila”. Desde que corrí la primera vez en el 2014, he participado en todas las ediciones, y la verdad es que he disfrutado muchísimo compitiendo en Ávila. En todos los eventos deportivos que he visto por allí, no solo de atletismo (he corrido en Ávila y en Navalmoral) sino también de ciclismo (mi padre era un habitual de la Ciclomarcha Carlos Sastre) he visto una organización impecable y un trato hacia el corredor que podría catalogar de impecable. En lo que al cross se refiere, siempre he acabado muy contento y con la sensación de que la organización se esmeraba en darlo todo para que el corredor estuviera lo mejor posible en su prueba. Este año volveré, aunque mi estado físico nos será el mejor para competir. Unas semanas después espero poder competir en el Regional de campo a través, que se celebrará un año más en Valladolid. He estado echando un ojo y, siendo Promesa, me tocará correr los 10.000 metros junto a los atletas de la categoría Absoluta, por lo que más me vale llegar un poco decente, porque sino, me van a dar más “pal pelo” de lo que me podían dar estando al cien por cien. El recuerdo que tengo de ese circuito es de un terreno duro, y correr diez kilómetros allí se puede hacer muy, pero que muy largo, y más con los corredores que allí estarán presentes. Otro objetivo que será por esas fechas es la Carrera Popular de Don Bosco, también en Valladolid, otra prueba de la que me he enamorado. El año pasado no tuve del todo malas sensaciones, aunque al final pagué el hecho de no estar haciendo entrenamientos de calidad, y me costó muchísimo recuperarme del esfuerzo de ese día, aparte del bajón que tuve al llegar a meta. Por ahora, son las pruebas más o menos fijas. Tengo luego otras en mente, pero fijas, tan solo estas.

Nos vemos… haciendo deporte, claro.



jueves, 8 de diciembre de 2016

Juntando música, escritura y entrenamientos

Entre unas cosas y otras, han pasado otra vez muchos días desde la última vez que escribía en el blog. Juntando situaciones complejas un tanto complicadas junto a la preparación de las oposiciones y los entrenamientos, la verdad es que he estado bastante desconectado en esto de la escritura, aunque, por suerte, he podido seguir manteniendo la lectura, otra de mis grandes aficiones, aunque, debo reconocerlo, tampoco con tanta intensidad como en otras ocasiones. Lo que sí he intentado mantener, junto a los entrenamientos, ha sido la música. En unos momentos un tanto complicados a nivel personal, unas zapatillas y unas cuantas notas musicales podríamos decir que “hacen milagros”.

Para un músico, sus composiciones son como para un escritor un libro, una manera de expresar unos sentimientos concretos ante una situación determinada. Estos días he dejado de lado las canciones que me gustan más por el sonido que su significado, para centrarme en buscar temas donde los músicos expresaran unos sentimientos semejantes a los que sentía en ese momento, o al menos, que lo que me transmitían esos temas levantaran crearan esos sentimientos, algo que la música, como también puede ocurrir con la escritura, permite hacer. Como siempre, he recurrido a mis “clásicos personales”. Miguel Ríos o Antonio Vega han sido dos de los españoles que, con su voz, me han acompañado estos días, haciendo caso a esa frase del granadino que dice “la música estará siempre ahí para reconfortarnos”. Rebuscando, me he encontrado con temas que hacía muchísimo tiempo que no escuchaba y que realmente cumplían los “requisitos” para ser oídos en este momento. Por supuesto, he seguido escuchando a Roger Taylor, Freddie Mercury, Brian May y John Deacon. “These are the days of our lives” es uno de esos temas que, en cierta medida, podrían cuadrarme. Me he puesto no solo a los cuatro juntos, sino que también he buscado algunos temas que han interpretado en sus correspondientes etapas en solitario y de la banda sin Freddie, como el tema que comentaba interpretado por Roger Taylor o la canción titulada “Too much love will kill you” interpretada por Brian May. También he escuchado a David Bowie, aunque debo reconocer que a este último bastante menos que a los comentados anteriormente. Pero bueno, el tema principal y donde más cómodo me encuentro escribiendo es el deporte, así que para esta ocasión retomaré esto. No es que me disguste escribir de música, pero debo reconocer que se me acaban bastante rápido las ideas para hacerlo sobre este tema, y es que mis conocimientos sobre esto no son demasiado amplios. Tampoco es que sepa demasiado sobre deporte, pero me resulta bastante más sencillo escribir sobre esto, así que me pondré manos a la obra con algún que otro tema vinculado a las zapatillas o la bicicleta.

Nos encontramos en el mes de diciembre, la temporada de cross está en auge y nos encontramos a relativas pocas semanas de cerrar el año de una manera deportiva, con esa prueba tan popular como es la San Silvestre, unas pruebas donde prima más el disfrutar del ambiente popular que el hecho de competir, aunque nos encontramos con pruebas de este tipo con un nivel impresionante. A pesar de todas las San Silvestres que hay, muchas de ellas cerca de mi ciudad, la verdad es que no he participado en muchas, solamente en la de Zamora, y no en todas sus ediciones. Si tuviera que echar la vista atrás para buscar mi primera participación en una prueba de estas, tendría que irme a finales del año 2008, cuando, aun sin entrenar con Teo (a correr empezaría casi un año después), mi padre y yo nos calzamos las zapatillas y nos apuntamos, en mi caso sin saber muy bien qué era eso de las competiciones. Tenía alguna noción de cómo iba esto del atletismo, gracias al profesor de Educación Física del colegio, que era atleta, pero nunca me había puesto en una línea de salida de una competición, por lo que creo que hacerlo en una San Silvestre, además como la de Zamora, que no es demasiado larga (unos 3500 metros) fue una gran idea. A partir de ahí, corrí las ediciones de 2009, 2010, 2011 y 2012, esta última ya con el nuevo recorrido que el Atletismo Zamora elaboró pasando primero por la zona un poco más céntrica de la ciudad, para, tras un primer paso por meta, meternos en el recorrido que se había estado celebrando en las ediciones anteriores. Y debo reconocer que, a pesar de ser una prueba que en la que físicamente siempre notaba que no me acaba de adaptar al circuito, sí es cierto que me gustaba hacerla. Disfrutaba compitiendo en la San Silvestre “de casa”, como suele decirse. Ahora mismo, cuando han pasado cuatro años desde la última vez que corrí esta prueba, no tengo previsto participar. He cambiado por completo la manera de entrenar, y ahora mismo creo que competir en una prueba de 3500 metros, aunque podría venirme bien para darme algo de chispilla de cara a otras distancias, creo que sería una manera de “arrastrarme” y de ver que, cuatro años después, cuando se suponía que tenía que estar tocando unos ritmos bastante más elevados que los que ahora estoy manejando, no he cumplido con la evolución que me correspondía con el paso de los años y que tampoco me he quedado estancado en los ritmos que tocaba hace cuatro años, sino que he retrocedido y me he acabado convirtiendo en un “trotón”, algo de lo que en su día quise huir.

Van pasando los días, y ya llevo tres semanas más lo que llevamos de esta entrenando. De estas casi cuatro semanas, ésta y las dos anteriores están ya incluidas dentro de un plan de entrenamiento, mientras que la primera opté por tomarla un poco de adaptación. El objetivo para estos días es “hacer la base”, como dicen los ciclistas. He planteado doce semanas para este periodo, aunque he optado por introducir algún que otro cambio. Aunque a priori no haré series durante estas doce semanas, sí que tengo he organizado alguna sesión donde la idea es hacer algo un poco más fuerte. Como decía, no tengo previsto hacer series, ni si quiera cambios de ritmo o fartlek, la idea es un tanto diferente. Consiste en ir rodando a un ritmo normal, para acabar los últimos quince-veinte minutos del rodaje a un ritmo que no sea al cien por cien, pero sí que sea exigente, que me permita poder decir al acabar que “he sudado la gota gorda” o, como dije el otro día al llegar a casa, “qué cansado es esto de querer correr más rápido de lo que estoy acostumbrado”. Vamos, en resumidas cuentas, introducir algún intervalo a un ritmo más fuerte que el habitual para variar un poco la sesión y hacer que el cuerpo trabaje a otras intensidades.

Sobre la duración de este periodo, ¿es demasiado? Puede ser que doce semanas (o tres meses) sea demasiado tiempo para estar solo rodando, pero debo reconocer que tengo ganas de preparar unos entrenamientos con la metodología de la que tantas veces me han hablado los ciclistas. Ese periodo que muchos llaman de acondicionamiento general, también más conocido como “la base” me ha demostrado que a los compañeros ciclistas que la han seguido, les ha salido de cine, así que, ¿por qué no intentarlo? He ido leyendo artículos que me han ido recomendando relacionados con es tema, unos artículos que me han resultado un tanto interesantes, y que me han venido bastante bien para aprender cosillas vinculadas a esto. Se trata de ir incrementando de una manera progresiva el volumen y la intensidad de las sesiones, llegando al tercer mes metiendo una cantidad de kilómetros y una intensidad considerables. Hay quien considera que en ese tercer mes ya habría que hacer algunas series, mientras que otros se decantan por seguir incrementando el volumen y hacer unos intervalos no al cien por cien, pero sí con una intensidad bastante elevada. También, si vamos con algo de prisa, se puede recortar este periodo cuatro semanas, quedándonos en dos meses u ocho semanas. Es una opción que también podría entrar dentro de mis planes, y que quizá podría valorar, pero ahora mismo es muy temprano para pensar en reducir este periodo a ocho semanas, así que, por ahora, creo que mantendré los tres meses. Llevo, con esta, tres semanas entrenando con un plan, rumbo a las cuatro contando la que hice como readaptación, y viendo los progresos, creo que la mejor opción será alargar y hacer las doce semanas completo.

Aunque en este tiempo tengo previsto hacer rodajes, me sigue rondando por la cabeza la idea de preparar algún 10.000. Está claro que ahora mismo, correr diez kilómetros a un ritmo de 3'30 es realmente complicado, cuando hoy mismo he hecho los últimos veinte minutos del rodaje a un ritmo medio de 3'50 sin bajar de las 180 pulsaciones, lo que me hacer ver que ese objetivo para el 10.000 queda lejísimos, pero tampoco creo que tenga que tener prisa. Es un objetivo, por decirlo de alguna manera, a largo plazo. Objetivos a corto plazo, me he planteado dos carreras de campo a través y una de asfalto como pruebas donde irme a probar y ver cómo estoy de forma en ese momento. El cross de Ávila y el Regional de Valladolid son las dos pruebas de campo a través en las que me gustaría participar, en la abulense porque es una prueba que me encanta y donde realmente se disfruta compitiendo, y en la segunda, por probarme junto a corredores de mi nueva categoría (Promesa) en una prueba federada. Quizá no sea la idónea para debutar en la categoría, pero tampoco me quedan demasiadas opciones de colgarme en dorsal en una prueba de campo a través federada. Y sobre carreras populares, me encantaría volver a competir en la Carrera Popular “Don Bosco” de Valladolid, una popular donde también me he sentido muy cómodo compitiendo, donde el trato hacia el corredor siempre ha sido buenísimo, y que ha demostrado a lo largo de los años que aun quedan carreras gratuitas que pueden reunir a buen número de participantes.

Nos vemos… haciendo deporte, claro.


martes, 22 de noviembre de 2016

Vuelta a la escritura

"Antes se decía que correr era de cobardes; yo creo que ahora cobarde es el que no corre, porque se necesita valor para salir a correr". (Chema Martínez).

Han pasado varios días desde la última entrada que publiqué, que si no me equivoco, data del día seis de noviembre. En este espacio de tiempo, han sucedido unas cuantas cosillas dentro del mundo deportivo. Por un lado, hemos visto cómo la temporada de campo a través ha dado su inicio con Atapuerca, Soria o la Espada Toledana. Pero ésto no ha sido lo único atlético que hemos vivido en estas dos semanas, y es que nos hemos encontrado con dos pruebas de asfalto de bastante renombre, como son la Behobia-San Sebastián y la maratón de Valencia, donde, paralelamente a la prueba de 42 kilómetros, se hizo otra de diez kilómetros. En el plano más personal, después de estar dos meses menos una semana sin poder entrenar, hace ya una semana que me calcé las zapatillas y me puse de nuevo a entrenar. Nuevos proyectos, nuevas preparaciones y un denominador común: ganas de poder volver a entrenar y a competir.

Con noviembre, han llegado unas cuantas citas atléticas de lo más interesantes, todas ellas con un nivel considerable. Atapuerca abrió hace una semana la temporada invernal. Como es habitual, el dominio africano fue claro, y los atletas del continente que seguramente más corredores de alto nivel ha estado sacando en los últimos años. Lo mismo sucedió en el cross de Soria, con un claro denominador de estos corredores, mientras que la Espada Toledana tuvo como atletas victoriosos a Toni Abadía y a Alessandra Aguilar, quienes a priori eran los atletas que más posibilidades tenían de alzarse con la victoria, cumpliendo así con los pronósticos establecidos.

De todos estos tres crosses, tan solo he competido en Atapuerca. Allí estuvimos durante seis años consecutivos, de los cuales, tan solo cuatro fui con la intención de competir “en serio”, ya que las dos últimas participaciones me pillaron ya como “jubilado” y no me las tomé tan en serio como en las ediciones anteriores. Pero, casualidades de la vida, el año donde más contento he acabado fue el primero de esos dos años, en 2013, donde, a pesar de que llegué no bastante lejos, sino lejísimos de los atletas de cabeza (si no recuerdo mal, fui el 105), fue el año donde mejores sensaciones tuve, sin duda alguna. Fueron cinco kilómetros que completé en un tiempo de 17'27, escuchando las sensaciones que me iba transmitiendo mi cuerpo. Aquello lo recuerdo como mi mejor recuerdo en este cross burgalés, a pesar de haber logrado un par de años entrar entre los veinte primeros (en 2010 fui décimo segundo y en 2011 décimo cuarto, ambos en la categoría Cadete), y el primer año de Juvenil haber entrado en el puesto vigésimo segundo. Como ya he comentado alguna vez, siempre me ha pasado lo mismo en Atapuerca, y es que me notaba atrancado, como si aun no hubiera alcanzado ese pico de forma que luego, unas semanas después, sí que notaba que había llegado. Quizá, por la forma de entrenar que teníamos por entonces, la idea era ir mejor en los crosses de diciembre, éso es algo que desconozco, pero de lo que estoy bastante seguro es que en Atapuerca siempre tenía la sensación de que lo podía haber hecho algo mejor. En 2013 fue todo completamente diferente, y la verdad, me sorprendió verme bastante más suelto que otros años a ritmos de 3'30-3'35. Pero bueno, supongo que todos tenemos derecho a que de vez en cuando se nos junten los astros, incluso en pruebas en las que nunca nos hemos notado especialmente bien.

Esto del campo a través no ha hecho más que empezar, y aun faltan varios importantes, como Cantimpalos, Aranda, Venta de Baños o Itálica. Los tres primeros también los corrí, y salvo en Cantimpalos, en los otros dos he repetido participación, corriendo tres veces en Aranda y dos en Venta de Baños. Del que mejor recuerdo guardo creo que es de Cantimpalos. El año que corrí, llegué en un estado de forma creo que bastante interesante, aunque, las cosas como son, pudo haber salido una mejor carrera de no haberme quedado en la salida cerrando el grupo, una experiencia que, por otro lado, no estuvo del todo mal, y es que es toda una experiencia ir el último, mirar el GPS y ver ritmos de 3'15. Aquel año, aunque con sol y frío, hubo una temperatura bastante más agradable de la esperada a esas alturas del año, pero el viento se empeñó en hacer acto de presencia, y por si no tuve bastante con salir tan atrás, me quedé en tierra de nadie tras ir remontando durante gran parte de la carrera, y me tocó ir durante muchos metros tragándome todo el aire. Mi objetivo principal era el de intentar enganchar con los primeros. Llegué a un punto, que me llevó a sufrir al final de la carrera más de lo deseado, en el que los veía a unos pocos de metros, pero yo ya iba al límite, y por más que intentaba engancharme a la parte trasera de ese primer grupo, lo único que conseguí fue reventarme después de remontar, tragarme el aire y tirarme a por algo que, visto ahora, podríamos decir que fue una quimera, como fue intentar engancharme a ese grupo. De Aranda de Duero tampoco tengo mal recuerdo. En mis dos primeras participaciones, sobre todo en la primera, tuve unas sensaciones buenísimas. El segundo año cometí un serio error, que se ha quedado entre los compañeros que corrieron aquel año como la anécdota en la que me dijeron que corriera “con cabeza” y yo entendí que corriera “en cabeza”, y ya en la segunda vuelta al circuito iba fundido. Fue un error que, quizá, de no haber cometido, me hubiera permitido estar un poquito más arriba… o no. Algo que tiene la competición es que, en muchas ocasiones, tendemos a pensar en lo que pudo o no pudo ser, y al fin y al cabo, solo sabemos seguro lo que pasó, todos esos pensamientos de “qué hubiera pasado si...” no dejan de ser eso, pensamientos. El último año que corrí fue en 2014. Salía de una lesión, llevaba entrenando unos dos meses y medio o tres meses, y aunque ya empezaba a notar ciertas sensaciones positivas, aun faltaba mucho para mejorar. De Venta de Baños guardo dos recuerdos completamente diferentes. El año de mi debut en esta prueba palentina (2012) acudía con ganas porque para mi era (y sigue siendo) un cross diferente, con cierta magia. Posiblemente, el que más ganas tenía de correr. Aquel año corrí sin clavos, con unas Nike Pegasus, y con la cantidad de barro y agua que hubo, las pasé bastante canutas. Mi segunda (y última) participación en Venta de Baños fue en la edición de 2014, y con un día completamente diferente. Aunque a lo largo de la mañana, y mientras el resto de compañeros del club competían, la niebla se empeñó en hacernos compañía, cuando nos tocó competir a los Veteranos y a los Juveniles, donde estábamos mi compañero Carmelo y un servidor, el día se despejó por completo y pasamos hasta cierto calor mientras nos las veíamos con los clavos, la pista de ceniza y los caminos de sus alrededores. Aquel año, en lo que a agua se refiere, tuvimos bastante más suerte que en el año de mi debut, y nos encontramos unos caminos completamente diferentes de los que me había encontrado en 2012.

Cambiando un poco de tercio, y volviendo más a la actualidad, al fin, después de casi dos meses, he logrado volver a calzarme las zapatillas y empezar a entrenar. Hace una semana, un domingo que teníamos pensado salir en bicicleta, se levantó el día con cierta niebla, lo que me animó a dejar las dos ruedas de lado y ver qué era lo que le pasaría al pie si me ponía a correr. Sin pensármelo demasiado, acabé rodando poco más de nueve kilómetros en 46'14. Quizá, para ser el primer día, haber estado lesionado y no saber cómo me iba a responder el pie, me pasé un poquillo, pero acabé bastante contento y pensando en empezar a organizar los primeros entrenamientos de cara a los siguientes días. Como creo que ya he comentado en alguna entrada, entraba dentro de los planes, cuando pudiera volver a correr después de la lesión, organizar los primeros tres meses de entrenamiento según los consejos que me han dado mis compañeros ciclistas, sobre todo mi tío. En muchas ocasiones me han comentado que siga esa metodología utilizada dentro del mundillo de las dos ruedas, que vienen a ser tres meses de acondicionamiento general (qué técnico suena eso), lo que ellos vienen a llamar “hacer la base”. Al final, me he decantado por organizar este “reinicio” de la temporada de esta manera. Dentro del atletismo, la forma de planificar los entrenamientos creo que viene a ser muy parecida, aunque bajo mi experiencia cuando tenía entrenador, esa forma de empezar la temporada distaba un poco de cómo lo hacen los ciclistas.

La idea principal para este periodo de tres meses (o de doce semanas) es el de hacer la parte “fácil” de la temporada, limitarme a hacer rodajes, unos rodajes que con el paso de los meses deberían ir incrementándose en distancia. Respecto a la intensidad, se trata también de ir progresivamente aumentándola, aunque esos intervalos fuertes los introduciré a partir del segundo mes de preparación y nunca al cien por cien. El objetivo es, por un lado, quitarme un poco la carbonilla, y por otro, lo más importante, que es el de ir preparando al cuerpo para sesiones de más específicas de series. ¿Tres meses de preparación centradas en rodajes es demasiado? Bueno, puede ser, teniendo en cuenta que me planto en a finales de febrero (porque “la base” la he comenzado esta semana, la anterior la utilicé para readaptarme a los entrenamientos después de casi dos meses sin hacerlo), por lo que la temporada de cross puedo ir dándola por perdida, pero al tener eso asumido, no tengo demasiada prisa, así que iré con calma. Doce semanas dedicándome a rodar pueden hacerse largas, o no, en mi caso opto por el hecho de que no se harán largas, porque me encanta hacerlo, pero, sobre todo, porque he visto a varios compañeros ciclistas a los que les ha salido bien, así que, ¿por qué no intentarlo? No sé si tengo algo que ganar, pero por lo menos, no pierdo nada, y aprovecho para entrenar de una manera diferente durante los primeros meses de entrenamientos.

Nos vemos… haciendo deporte, claro.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Reflexiones, nueva temporada y crosses en Valorio

Siempre he defendido la música y la escritura como medio para, por lo menos, intentar transmitir unos sentimientos determinados o nuestro estado de ánimo en un momento concreto de nuestra vida. Mi objetivo para la entrada de hoy es ese, ponerme a juntar unas cuantas letras para, entre otras cosas, intentar expresar mi estado de ánimo dentro de lo que se refiere a mi vida deportiva. Ése será el objetivo principal para la entrada de hoy en el blog.

El martes, coincidiendo con el inicio del mes de noviembre y con el de la nueva temporada, se cumplieron ya seis semanas desde que me lesioné. Seis semanas que, en el tema deportivo, han sido diferentes, y en más de una ocasión, un tanto desesperantes. En este tiempo, después de haber parado diez días por completo, me puse manos a la obra con sesiones de bicicleta y natación para, por lo menos, intentar mantener el corazón activo y que el día que pueda volver a correr, el palo al ver la forma física sea un poco menor. He probado a corretear tres días, y en los tres he acabado dolorido, aunque, por suerte, en el último intento, hace justo una semana, fue mucho más suave y su duración, bastante menor que en los otros dos intentos, aunque con el tiempo suficiente como para no dejarme correr al día siguiente. Pero bueno, por lo menos, he ido “salvando los muebles”, como suele decirse, y aunque no haya sido corriendo, sí he podido mantenerme activo a través de otros deportes. El problema, como suele ser habitual cuando nos lesionamos, viene más relacionado al tema mental. Durante los días que estuve inactivo por completo, que tampoco creo que fueran demasiados para una lesión, me estuve comiendo la cabeza prácticamente las 24 horas del día, pensando en cuándo iba a poder volver ya no a correr, sino a poder practicar deporte sin dolor. Fueron pasando los días, y, tras volver a estar activo y ver que el pie respondía, empecé a darle vueltas a la idea de ponerme de nuevo a entrenar. “Total, si no tengo dolor dando pedales, seguramente pueda correr ya”. Pues nada, de nuevo cojo, a seguir la piscina y con la bici. Pasaron otros tantos días así, y decidí, tras ver que volvía a caminar sin dolor, volver a rodar. Acabé peor que en ese primer intento, volviendo a notar cierto dolor en el dedo afectado, lo que me llevó a volver a alternar bicicleta y natación, hasta que el domingo pasado volví a ponerme de nuevo las zapatillas y, en compañía de mi padre, ver qué podía pasar. Logré rodar tres cuartos de hora sin dolor ni molestia alguna, pero, al parar y quedarme frío, volví a notar molestias, unas molestias que por suerte fueron bastante más suaves que en los otros intentos y que, aunque me impidieron volver a correr al día siguiente, por lo menos me dejaban caminar sin tener que forzar la pisada.

Una semana después del último intento, y ya con un diagnóstico médico establecido (cazurro que es uno, acudí el miércoles a la consulta, un mes y medio después de lesionarme), he seguido haciendo natación y algo de bicicleta, pero con los ánimos un poco (bastante) tocados. Aunque por norma he seguido acudiendo a la piscina con ganas (ahora que le voy cogiendo el truco, me va gustando cada vez más, aunque sigo pareciendo un pato), igual que con la bici, ha habido días en los que me he quedado cerca de quedarme en casa. La cabeza fallaba al ver que no podía hacer el deporte que, al fin y al cabo, más me gusta de los tres que suelo practicar, y, como decía, he tenido días de estar a nada de no hacer nada. Quería salir a correr, pero sabía que éso no era algo factible, y me desquiciaba. Todos los corredores, cuando nos lesionamos, tendemos a tener pensamientos negativos durante los primeros días, es algo habitual y que debemos aprender a afrontar, pero cuando se es una persona ya de por sí un tanto negativa, como es mi caso, quitar esos pensamientos es complicado, incluso aunque hayan pasado varios días desde que la lesión apareció, como es mi caso. Incluso se me ha pasado por la cabeza dejar de lado el atletismo y dedicarme a la bici y a la natación a la que, como decía, le voy cogiendo cada vez más gusto. Pero bueno, éste último pensamiento fue una idea que, aunque me ha durado varios días, podríamos catalogar de un calentón de un día; de hecho, ya he firmado los papeles para sacarme la licencia esta temporada, aunque a este paso no sé si le daré mucho uso. Por ahora, después de este último calentón que comentaba y tras ver que el médico fue bastante optimista, parce que la cosa se ha calmado, aunque éso no quiere decir que siga teniendo ganas de salir a correr y que siga dando vueltas al tema de estar lesionado.

De todo se aprende, y de una lesión creo que también. Lo primero, he aprendido la importancia que tiene el deporte, y sobre todo el atletismo, para mi. Todo lo que me ha enseñado este mundillo y todos los buenos momentos que me ha dado, son complicados de igualar. He visto que muchas veces no valoramos cada entrenamiento o cada kilómetro hasta que no podemos hacerlo. Es entonces cuando nos damos cuenta de que todos esos kilómetros que hemos estado haciendo muchas veces como rutina, tenían un valor muy importante para nosotros. Creo que cuando coges esto como una rutina, acabas dejando de lado algunas cosas, y es algo de lo que te empiezas a dar cuenta cuando, por diferentes circunstancias, no puedes correr. Sobre los entrenamientos, creo que esta lesión, teniendo en cuenta el diagnóstico médico, no es una lesión causada a raíz de haber “hecho el loco” con las escasas sesiones de series que he hecho o con los entrenamientos de carrera continua con cierto volumen, de los que sí he hecho bastantes. A diferencia de la última lesión seria que tuve, que sí vino provocada por cazurro, ésta ha llegado a raíz de una mala pisada, por lo que creo que no puedo culpar a los entrenamientos. Pero, aun así, quizá sería interesante pararse a pensar sobre mi filosofía de encarar los entrenamientos para evitar futuras lesiones vinculadas a los mismos. Desde que entreno de forma autodidacta, la verdad es que siempre he tendido a meter bastante volumen, llegando a hacer la temporada pasada semanas de hasta 90 kilómetros. Me gustan bastante, quizá demasiado, los entrenamientos centrados en sumar kilómetros, a diferencia de los entrenamientos de calidad, que suelo dejarlos más de lado para centrarme en los rodajes, pero está claro que, a más kilómetros, más riesgo de lesión, por lo que tengo un riesgo relativamente elevado de sufrir bastantes lesiones musculares e incluso articulares, teniendo en cuenta un factor muy importante, y es que tiendo a estirar poco (o mejor dicho, nada) y el trabajo de fuerza lo he tenido bastante abandonado, sobre todo desde que dejé de entrenar con Teo, pues las sesiones de cuestas, unos entrenamientos que creo que vienen genial para trabajar la fuerza mientras corremos, las he reducido bastante, salvo en una época a inicios de la temporada pasada, donde sí la trabajé. Quizá debo replantearme los planes de entrenamiento y empezar a meter kilómetros más útiles, que me sirvan de cara a los objetivos que me propongan. Aunque sí es cierto que, si bien he metido bastantes kilómetros “basura”, debo decir que los he disfrutado con creces.

Se ha iniciado ya la temporada 2016-2017, y el Cross de Atapuerca y la Behobia-San Sebastián están a la vuelta de la esquina. Pero, para cerrar el artículo, me gustaría hablar de otra carrera. Hoy en Zamora nos hemos encontrado con que el Club Atletismo Zamora, el club con el que seguiré corriendo este año, ha organizado hoy el “Cross de Otoño” en el Bosque de Valorio, ese bosque que ha visto crecer a tantos y tantos corredores zamoranos. Diego Bravo, que este año se encuentra en su primer año de Junior, logró la victoria absoluta por delante de dos grandes deportistas, como son Fernando Lorenzo y Angel Nieto, segundo y tercero, respectivamente. La verdad, me gusta esta iniciativa por parte del Club para retomar este tipo de pruebas. Publicaba hace poco una entrada en mi blog escribiendo sobre las carreras populares y tal. Retomando el hilo, creo que este tipo de competiciones, eventos que se hacen en lugares naturales, como es el Bosque de Valorio, gratuitos, un poco a la antigua usanza, son las que se deberían fomentar, pues creo que son eventos que perfectamente nos van a poder formar e ir quemando etapas, algo que, como comentaba en dicho artículo, muchos se están saltando y van directamente a competir en pruebas de larga distancia sin haber apenas competido en otros eventos más apropiados, y por otro lado, vienen fenomenal para todos aquellos corredores cuyo objetivo sea competir de verdad, y probarse para ver cuál es su estado real de forma. En definitiva, que si volviéramos a este tipo de eventos, donde perfectamente pueden convivir los populares y los federados, creo que podríamos fomentar bastante más el deporte y el atletismo. Solo es cuestión de dejar de lado muchas de las pijadillas a las que nos hemos acostumbrado, y yo el primero (que si camiseta, que si chips, que si las clasificaciones casi instantáneas) y volver a competir sin tener que poner dinero, algo que cada vez se está poniendo más complicado. Ojalá de aquí a unos años, veamos que el número de carreras como la celebrada hoy en Valorio sean más multitudinarias.

Nos vemos… haciendo deporte, claro.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

El negocio del atletismo popular

Después de muchos días, demasiados, me pongo a escribir en el blog otra vez. No hace mucho publiqué una entrada sobre el concepto actual de las marchas cicloturistas, donde decía que son carreras ciclistas encubiertas, y que la idea de salir a dar una vuelta con otros ochocientos ciclistas está desapareciendo. Marchas como la Bilbao-Bilbao, Toro o Valladoli son puros eventos donde podemos hacer cicloturismo del bueno. Pero hoy no quiero escribir sobre eso. Quiero hacerlo sobre otro tema, también deportivo, que afecta al atletismo. Y es que creo que hemos llegado a un punto adecuado para sentarnos a recapacitar sobre hasta dónde ha llegado el mundo del “running”, lo que en los años ochenta y noventa era “footing”. Estamos viviendo un apeogeo impresionante, muchas veces nos dejamos “comer” por el marketing de los grandes eventos populares, muchas veces pensando en hacer negocio, algo que no siempre sale, y no somos conscientes de los daños colaterales que esto nos puede causar. Ahí van mis impresiones sobre este tema.

En ocasiones, tengo la sensación de que nuestra sociedad es una sociedad de extremos. Si nos vamos a la época de corredores como Mariano Haro o Santiago de la Parte, nos encontramos con que, por entonces, lo del “footing” o “running” era algo casi inexistente, y los que practicaban este deporte eran puros corredores de competición. No había tantas carreras populares como hay actualmente, y el nivel de las que había era bastante elevado. Varios años después, y sobre todo a raíz de los ochenta y noventa, cuando empiean a aparecer muchas populares y “runners”, el escenario, o mejor dicho, el decorado, ha variado mucho, y nos encontramos desbordados por el número de corredores populares inscritos en cada carrera, y por la gran cantidad de eventos populares que se celebran en cada provincia o comunidad autónoma en un mismo fin de semana. Hemos pasado del punto en elq ue lo de correr estaba mal visto, al contrario, y ahora es una auténtica moda e incluso obsesión. Bueno, lo que está de moda no es ser atleta popular o federado, sino ser “runner”, porque ser atleta es algo muy diferente. En resumidas cuentas, ¿es beneficioso? Creo que es muy bueno que la gente corra y haga carreras populares y tal, pero lo que no veo muy normal es el extremo al que hemos llegado, done corremos sin un control, dejándonos llevar, en muchas ocasiones, por el marketing de los grandes eventos populares, creyendo que somos Superman y que, tras dos años corriendo, seremos capaces de correr maratones, carreras de ultrafondo o carreras de montaña, las llamadas de trail, donde nos encontramos con pruebas que perfectamente llegan a la treintena de kilómetros, e incluso pueden llegar o superar los setenta. Pruebas, al fin y al cabo, que requieren una base bastante interesante, de la cual, muchos participantes carecen por completo, al venir de la vida sedentaria.

Deberíamos sentarnos a reflexionar. Por un lado, debemos pensar si estamos o no preparados para nuestros objetivos y ver si son coherentes con la base y la preparación llevada. Aunque a los corredores nos cuesta demasiado (a mi el primero) tirar de lógica, de vez en cuando es bueno pararse y reflexionar. Si llevo un par de años corriendo y me he limitado a salir a trotar y participar en carreras populares de cinco, seis o siete kilómetros, la lógica y el sentido común debería llevarnos a preparar bastantes carreras de 10.000 metros, no tirarnos de lleno a por las medias maratones, porque sería meter algunos entrenamientos bastante largos, y nuestro cuerpo notaría ese cambio tan brusco al que le hemos sometido, y el organismo se quejará siempre igual, es decir, con las dichosas lesiones. No podemos dejar que las modas, la publicidad de las carreras o nuestras ganas nos puedan, y como todo en la ivda, ir quemando etapas en el momento adecuado. Está claro que hay que adaptarse a la edad a la que hemos empezado a correr, porque no es lo mismo empezar con ocho o con treinta años. El primero aprovechará su juventud para formarse como atleta a fuego lento y competir, con el paso de los años, en pruebas de medio fondo, como el 1500, para luego dar el asalto al 3000 y al 5000, creando una gran base para las carreras de larga distancia, mientras que el segundo podrá empezar compitiendo ya en pruebas populares de cinco y diez kilómetros, y solo cuando tenga esto no trillado, sino muy trillado, plantearse (repito, plantearse) el salto a los 21 kilómetros. Lo mejor para esto es la figura del entrenador, pero de un entrenador cualificado y con experiencia como atleta, pues con el boom del atletismo popular, han aparecido de golpe y porrazo un montón de personas sin titulación que se ponen a entrenar a otros corredores. Una persona que sepa de lo que va el tema y con la titulación adecuada nos ayudará a planificar la temporada, los entrenamientos y las competiciones.

Pero no se trata solo de ir a por los corredores. Muchas personas, ante el hecho de que algunas carreras llenen sus inscripciones meses antes, ven en este tema un negocio económico y se lanzan a por la organización de una en su pueblo, barrio o ciudad, pensando que ésto es la gallina de los huevos de oro. Desde luego, no es nada, pero nada fácil organizar un evento popular. Hay unos gastos, muchos, y hay que suplirlos entre patrocinadores y/o inscritos, y debemos tener en cuenta que siempre nos saldrá algún gasto extra, por lo que conviene hacer bien las cuentas antes de ponernos. Pero, una cosa es eso, y otra, que por correr una carrera de cinco kilómetros te pidan diez euros, o por una de diez, catorce euros, cuando en algunas medias maratones (Zamora, por ejemplo) la cuota de inscripción es de doce euros. Supongo que sus motivos tendrán para hacerlo, y en gran medida, si la prueba sigue, es porque a la gente no le cuesta dejar diez euros para un 5000, pero, a pesar de lo que comentaba, creo que tendremos que pensar varias cosas.

El precio de una carrera debe estar acorde a los servicios que se van a prestar a cada corredor, es decir, en la bolsa de corredor (ésto, en una carrera popular, es muy valorado por los participantes), avituallamiento (creo que todos hemos corrido carreras donde se han acabado) o en una buena señalización del recorrido. A fin de cuentas, el dinero del corredor debe invertirse en él. A lo que no le veo demasiado sentido es que a las carreras populares se lleven atletas invitados, a los que normalmente se les paga la inscripción. A fin de cuentas, y nunca mejor dicho, por el ritmo que este corredor llevará, la mayoría de corredores solo podrán verlo en la salida, y un grupo selecto podrá seguirle el ritmo durante unos cuantos kilómetros, un grupo que, por cierto, no va invitado, pero que van al mismo ritmo que el profesional. Y si tenemos en cuenta que cada vez más populares pasan de competir y se van a la filosofía de pasar la mañana y ni lo ven, nos debería hacer pensar que, quizá, ese dinero no ha servido de mucho. No es cuestión de desprestigiar a los atletas de élite, ni mucho menos, pero es una cuestión de ver en qué es lo que mejor podemos invertir el dinero del que disponemos para organizar una carrera, y creo que para el atleta popular, lo de llevar a un profesional contratado no es la mejor opción, pues solamente un grupo muy selecto podrá aguantar su ritmo, mientras que otros se conformarán con verlo en el calentamiento, no verlo o, como me ha sucedido a mi en más de una ocasión, enterarme de que había participado tal atleta o de que ese invitado tenía victorias o grandes puestos en carreras profesionales un tiempo después de haber corrido, y solo haber pensado al cruzarnos en el calentamiento “qué planta tiene este, seguro que anda bien”.

Luego, muchas carreras invierten una cantidad económica tirando a elevada para verdernos el producto. Nos dicen que el circuito es muy rápido, que participarán varios atletas en busca de una mínima para poder participar, por ejemplo, en unos Juegos Olímpicos, o que es un circuito ideal para cumplir nuestros objetivos cronométricos o debutar en una distancia. Una cosa es dar a conocer nuestra prueba, tanto en redes sociales como en medios de comunicación, algo que está muy bien para que los corredores conozcan nuestra prueba, y otra muy diferente querer meternos esa prueba por los ojos e incluso, como ha sucedido en más de una ocasión, llegar a ser cargantes con la publicidad. Creo que una parte muy importante de que cada vez más gente se anima a participar en competiciones del estilo a las medias maratones o las maratones se debe a que haya organizaciones que nos intentan convencer por todos los medios posibles y a través de cualquier medio, de que participemos en su correspondiente prueba. Bajo mi punto de vista, ésto no es algo que beneficie demasiado al hecho de intentar correr con algo más de lógica, pues parece que nos puede el ansia de que nuestra carrera tenga más participantes que la que se organiza en el pueblo que está al lado. Por otro lado, algunas organizaciones llegan a ser cargantes. He tenido la experiencia con alguna prueba de que siempre que entraba en mi cuenta de Facebook me encontraba con tres o cuatro anuncios de la misma prueba, entrara las veces que entrara a lo largo del día. No sé vosotros, pero cuando veo tanta publicidad, acabo cogiendo un poco de manía a la carrera anunciada, y no es la primera vez que no participo en una carrera por exceso de publicidad.

Mi experiencia personal como atleta no es demasiado amplia, pues tan solo llevo siete años corriendo, pero sí es cierto que he podido competir en pruebas federadas del estilo al Cantimpalos, Venta de Baños, Atapuerca o Aranda, y en varios tipos de carreras populares, desde las típicas “carreras de barrio” hasta carreras populares con un cierto nivelillo, aunque, claro está, nunca he competido a nivel profesional, ni mucho menos. De todas las competiciones que he corrido, la verdad es que me quedo con gran parte de las carreras que he corrido en los pueblos, carreras que he ido encontrando por páginas web y de las que, en muchas ocasiones, por no encontrar, no encontraba casi ni patrocinadores. Sin embargo, éstos han sido los eventos donde mejor trato he visto hacia el organizador por parte de los organizadores, y donde más esmero he visto porque la carrera salga hacia delante. Hay incluso competiciones que hacen barbacoas o meriendas (o comidas, depende de la hora a la que se corra), con una gran abundancia de comida, y sin tanto apoyo como he visto en otras competiciones, donde el trato hacia el corredor es bastante mejorable, la señalización es muy regular, o la bolsa de corredor no está acorde con lo que la organización pide por inscripción.

En resumidas cuentas, y a modo de cerrar el artículo, vamos a ver si somos capaces de tirar de lógica y no solo de ganas, y no vamos quemando etapas antes de tiempo, y empezamos a valorar a aquellas carreras “de pueblo”, donde realmente se centran en el corredor popular, que ha pagado su inscripción, y no en anunciar su prueba a diestro y siniestro o en invitar a un montón de atletas de élite, gastando un dinero que podría invertirse, por ejemplo, en más avituallamiento o más cosillas para la bolsa de corredor.


Nos vemos… haciendo deporte, claro.

viernes, 21 de octubre de 2016

Juntando varias ideas

Estamos ya en pleno mes de octubre. Seguramente habréis comenzado hace bastantes semanas a completar los primeros entrenos de la temporada 2016-2017. Cuestas, rodajes y cambios de ritmo (o fartlek, como lo queráis llamar) predominaran en vuestras tablas, aunque tampoco faltará mucho hacer algo más específico. Y es que las primeras carreras de la temporada están ya a la vuelta de la esquina. El cross de Atapuerca y la Behobia-San Sebastián, dos carreras con mucho prestigio, una a nivel fedeardo y otra a nivel popular, compartirán fecha. EL 13 de noviembre se juntarán por un lado, los mejores especialistas de campo a través, y por otro lado, miles de populares se codearán con grandes especialistas en media maratón. Por lo tanto, muchos tendréis en mente alguna de estos pruebas.

Pero con octubre también llega el otoño. Seguramente ésta sea la mejor estación para correr. A la hora de entrnar por lugares naturales, nos encontramos con espacios preciosos. Esa mezcla de colores, las hojas por el suelo (ojo a eso, que puede jugarnos alguna mala jugada y acabar lesionado) o incluso los colocres, hacen del otoño la mejor estación para entrenar. Tampoco nos encontramos con temperaturas gélidas, como sucede en invierno, y ahora nos basta con una camiseta larga y, a lo sumo, unas mallas piratas. Vamos, una auténtica gozada para ponernos a gastar zapatillas por nuestros lugares habituales.

Personalmente, esta es mi estación favorita, donde mejores sensaciones hte nido. Quizá por eso, ahora me cuesta acercarme a los lugares por los que suelo entrenar normalmente, y ver que, en plena estación de otoño, no voy a poder disfrutar de lo que comentaba unas líneas más arriba. Es lo que me toca pasar, pues una vez lesionado, solo puedo ir a por la completa y adecuada recuperación y pensar en volver, pero se me está haciendo muy, muy cuesta arriba. Reconozco que lo estoy echando mucho, mucho de menos, pero el deporte es lo que tiene, y como suele decirse, al que está en el sofá no le pasa. Vamos a ver si la paciencia aguanta y empezamos a ver el final del túnel, un final que ahora mismo veo muy, muy lejano y complicado de alcanzar.

Deportivamente, están siendo unos días diferentes respecto a lo que estoy acostumbrado. Tras un paró completo de diez días (bueno, un día rodé 25 minutos), empecé a dar vueltas a los pedales y brazadas dentro de una piscina. Ésto, junto al temario de las oposiciones, me está ayudando a no darle tantas vueltas a la lesión y a consolarme pensando que, pudiendo hacer otros deportes alternativos, el regreso al atletismo se hará un poco más llevadero, al haber seguido activo cardiovascularmente. Independientemente de que no pueda correr, en lo que se refiere a estos otros dos deportes, debo reconocer que tengo momentos en los me cuesta mucho adaptarme a la natación o al ciclismo, no tanto por el tema físico (que también) sino por el tema mental. En el tema de la natación, no es que sea mi deporte favorito, pero tampoco me decepciona, por lo que, en un principio, no tengo demasiados motivos para quejarme; sin embargo, hay uno especial que hace de estas sesiones momentos algo más que monótonos. Y es que, siendos inceros, lo de dar vueltas a una pista de 400 metros es aburrido, pero lo de hacer largos de 25 o 50 metros le gana por goleada. Cuando vienes acostumbrado a estar cambiando constantemente de paisajes y te metes en un espacio tan limitado, la verdad es que es demasiado monótono. Lo de montar en bicicleta es mucho más agradable, por supuesto, pero creo que con el abandono de la práctica ciclista casi por completo, he acabado relacionándolo con las lesiones (qué cosas más raras hace la cabeza, la verdad), por lo que tampoco me hace demasiada gracia verme vestido de ciclista, porque últimamente me estoy subiendo a dar pedales por no poder correr. Pero, como digo, si ahora no puedo hacerlo, me tengo que decantar por dos opciones: no hacer nada o hacer largos y dar pedales. Me da que por ahora me decantaré por la segunda opción, porque seguramente, y aunque me toque tirar de mucha paciencia para hacer los largos en la piscina, será más agradable que estar completamente parado.

Cambio un poco y dejo de lado mi lesión. Como alguna vez he comentado, me encantan los temas de planificaciones y demás historias vinculadas a ellas. Ahora que no puedo correr, he estado aprovechando los ratos libres para darle vueltas al hecho de cómo me gustaría organizar la temporada una vez que pueda estar correteando de nuevo. Siempre me han hablado de Chema Arguedas como un referente para organizar los entrenamientos. Al final, me he decantado por leer algunos de sus artículos en la revista Ciclismo a Fondo y empezar a estructurar los planes basándome en sus consejos. Recomienda hacer un periodo de acondicionamiento general o “base” de doce semanas, aumentando cada semana o cada mes el volumen de las sesiones e introduciendo algo con pulsaciones más alta según vayamos completando las sesiones del periodo. La verdad es que es una forma de organizar los entrenamientos que siempre me ha rondado la cabeza, pero que entre unas cosas y otras, finalmente no he completado nunca. Que da resultados es algo que sí me han demostrado varias personas que han seguido este método, sobre todo ciclistas. Así que, ¿por qué no intentar llevarlo a la práctica y organizar toda una temporada con una metodología que nunca he llevado a cabo y que me puede beneficiar bastante? Aun tengo que recuperarme para poder empezar a entrenar, por lo que no me sentado aun a elaborar ninguna tabla de entrenamiento, pero esto es algo que me motiva bastante, más, como decía, viendo los resultados que he visto que ha dado a varios compañeros y familiares.

En definitiva, vamos a ver si logro recuperarme de esta lesión que ya me ha tenido un mes sin poder poder entrenar, y que poco a poco pueda volver a pensar en preparar alguna competición.

Nos vemos… haciendo deporte, claro.

miércoles, 12 de octubre de 2016

De marchas cicloturistas va el asunto

Nos encontramos en una época de lo más peculiar dentro del deporte a nivel popular. Estamos viendo cómo cada vez hay más y más carreras de atletismo a nivel popular, mientras que, al parecer, el número de atletas con licencia federativa disminuye, o cómo cada vez hay más inscritos en este tipo de eventos, que se celebran por motivos, bien sean para celebrar las fiestas de un pueblo, ciudad o barrio, por un motivo benéfico, o simplemente porque cuatro locos del mundillo de las zapatillas se juntan, buscan unos patrocinadores y deciden montar una competición popular de una distancia determinada. Por otro lado, vemos que también el cicloturismo está en aumento, aunque aquí, a diferencia de lo que está sucediendo en el atletismo popular, no hay un aumento tan exagerado de marchas, por lo menos si hablamos de las de carretera, porque creo que de BTT sí hay un pequeño (repito, pequeño) aumento. Precisamente, de todo esto me gustaría escribir hoy, aprovechando el artículo para expresar mi punto de vista sobre algunas situaciones que estamos viviendo, como, por ejemplo, la filosofía que tienen muchos de tomarse las marchas cicloturistas. Esto, para los que sois lectores antiguos del blog, os resultará ya conocido, porque he escrito sobre ello varias veces, pero, siendo sinceros, me veo con ganas de volver a hacerlo no para reprender a nadie por sus actos, sino por el simple hecho de expresar mi opinión y todo lo que siento al respecto una vez más. 

Comenzaré por el cicloturismo. Podríamos afirmar que actualmente hay dos tipos de cicloturismo. Por un lado nos encontramos a aquellos ciclistas que se deciden a coger unas alforjas y una bicicleta y que se marchan a recorrer rutas como, por ejemplo, el Camino de Santiago. Quizá, ese sea el cicloturismo más puro, porque realmente tenemos un equilibrio entre lo físico y lo cultural. Por otro lado, nos encontramos con otra "versión" más centrada en el plano deportivo, y que en muchas ocasiones suele dejar el lado cultural o "de turisteo" para, normalmente, después de haber completado unos cuantos kilómetros. Es lo que solemos denominar como marchas cicloturistas, donde nos desplazamos hasta un pueblo o ciudad para completar unos cuantos kilómetros por una ruta que no conocemos, dentro de un gran grupo (que puede variar de entre unos 100 participantes hasta unos 8000) y donde se suele dejar algún o algunos tramos libres para que, en un momento dado, el personal se quite la carbonilla. O así debería ser, porque, siendo sinceros, cada vez hay menos marchas cicloturistas como tal, y más "carreras cicloturistas" dentro de las llamadas marchas. Resulta que muchos ciclistas, al verse con un dorsal puesto en el maillot, están dispuestos a machacarse hasta que el participante que va a su rueda reviente y así poder ganar un puesto, o incluso los hay que se lo toman tan, tan en serio que van a por una "victoria" en tal o cual marcha, para luego poder presumir de trofeo como primer clasificado.  

Personalmente, nunca he comprendido esta actitud en un evento cicloturista cuya denominación no es "competición", sino "marcha". Creo que cuando se juntan varios ciclistas en este tipo de eventos deportivos es para pasar la mañana dando una vuelta por un sitio que o bien no se conoce o que, por lejanía de nuestro lugar de residencia, no solemos transitar demasiado, y para hacerlo en un grupo que nos va a permitir hacer amistades, o por el simple hecho de juntarnos con nuestros compañeros e irnos a dar una vuelta junto a otros ciclistas que no conocemos de nada. Sin embargo, estamos convirtiendo este tipo de eventos en carreras ciclistas. No es algo que venga de ahora, pues ya es algo bastante antiguo. Yo entiendo que en un puerto, por ejemplo, o en un repecho largo, se haga un tramo libre y cada uno que suba a su ritmo, pero arriba o al final del tramo libre, parada, reagrupamiento, a tirar de nuevo todos juntitos. Me parece que salir a competir cadece por completo de sentido porque para ello hay carreras más serias, dentro de la categoría Master, donde realmente podremos probarnos. Porque, siendo sinceros, si nosotros seguimos planes de entrenamiento específicos para competir, no tiene ningún mérito ganar a un cicloturista que sale un par de días o tres y darse una vuelta sin más pretensiones que hacer algo de deporte. Si queremos tener resultados, lo suyo sería meternos en un pelotón donde todos los participantes tienen nuestro mismo objetivo. Para mi, tiene mucho más mérito una victoria en una carrera Master que una "victoria" en una marcha, por dos motivos. El primero, el que llevo un rato diciendo, que no son carreras, y el segundo, el que comentaba hace poco, estamos compitiendo con gente que pasa por completo de ello. 

¿Culpables? ¿Soluciones? Podríamos decir que, en cierta medida, ambas cosas van juntas. Está claro que los cicloturistas que salen a competir son un punto fundamental para que estas cicloturistas hayan dejado de serlo para pasar a ser competiciones encubiertas, pero no son los únicos. En parte, podríamos decir también que ese afán tan competitivo puede aparecer también por parte de la organización, al poner clasificaciones, chips y premios para el ganador de la prueba, o primer clasificado, como queráis llamarlo. Creo que en una marcha se pongan el puesto en el que hemos quedado no tiene demasiado sentido. Sí se lo puedo encontrar en unt ramo libre dentro de un puerto, por ejemplo, pues esas partes delimitadas son zonas para quitarse la carbonilla y picarnos con nuestros colegas de grupeta o con la gente que hemos ido conociendo a lo largo de los kilómetros, pero a la hora de hacer una general, me parece que es fomentar la competición en un sitio donde no se está compitiendo. Si realmente queremos organizar una competición para cicloturistas, creo que deberíamos replantearnos la idea de organizar “carreras cicloturistas”. Bajo ese nombre, yo sería el primero en decir que el que quiera que compita, y el que no, que vaya de cicloturista. Viendo cómo está el tema de las marchas, donde cada vez quedan menos cicloturistas como la Bilbao-Bilbao, la “Ciudad de Valladolid” o la que se hizo hace pocos días en Toro, y más competiciones encubiertas, de las que creo que muchos no son nada partidarios, todo sea dicho, creo que deberíamos plantearnos hacer como en el atletismo, organizar una carrera popular para cicloturistas. Pero mientras se sigan llamando marchas cicloturistas, defenderé formatos como el que utilizan en la Bilbao-Bilbao, Valladolid o Toro, con tramos donde poder quitarnos la carbonilla. Y por no hablar de los premios, donde si bien es cierto que veo bien que se den al club más numeroso o al participante más veterano o más joven, no entiendo que dentro de una reunión de amigos para montar en bici se de premio al primer clasificado.

En resumidas cuentas, no veo compatible marchas cicloturistas y carreras ciclistas. Para lograr un resultado competitivo, creo que lo suyo sería ir a competir en Master, mientras que si lo que queremos es disfrutar de una agradable mañana dando pedales conociendo nuevas rutas y en compañía de otros no sé cuántos ciclistas con nuestras mismas pretensiones, lo suyo sería hacer una marcha cicloturista. Y si lo que queremos es que los cicloturistas a los que les gusta competir se mezclen con los cicloturistas de verdad, se copie al atletismo y se organicen “carreras cicloturistas”.

Nos vemos… haciendo deporte, claro.

lunes, 10 de octubre de 2016

Vuelta a los dolores

Una vez más, me toca ponerme a escribir decepcionado y, para colmo, teniendo de nuevo dolores. Y es que, tras llevar unos días donde he podido estar nadando y montando en bicicleta sin dolor, hoy, tras estos resultados tan esperanzadores, me calcé las zapatillas y me fui a rodar con la idea de completar un rodaje de tres cuartos de hora a ritmo cómodo, con la idea de empezar ya a entrenar. Sin embargo, al quedarme frío, el pie empezó a quejarse y el dolor ha decidido que quiere seguir acompañándome. Otra vez estoy con dolor, aunque, por suerte, en una zona mucho menor respecto a la zona afectada hace tres semanas. Pero, a pesar de ello, hoy me he llevado un palo importante ya no por el dolor, que también, sino porque creo que me tocará seguir sin entrenar durante más tiempo del que tenía previsto. ¿Para cuándo lograré empezar de nuevo? 

Esta mañana me calcé de nuevo las zapatillas con la idea de rodar tres cuartos por la zona de los Tres Árboles y Olivaresprácticamente todo tierra y sin aparente dificultad. Me puse a rodar, pensando en un principio que mi ritmo sería bastante lento después de haber estado tres semanas, de las cuales solo he estado activo unaMe puse a rodar y, no pude contener una sonrisa. Después de varios días, estaba corriendo de nuevo. Poco a poco fueron los pasando los kilómetros, y aunque notaba esa zona un tanto extraña, con una pequeña molestia, podía rodar sin apenas problema. Al completar lo que tenía pensado, paré y pude caminar sin aparente problema, algo que el día que me lesioné era algo prácticamente imposible. Sin embargo, tras llegar a casa y empezar a quedarme frío, empecé a notar de nuevo dolor en la zona que estos días de atrás había estado tocada. Finamente, ese dolor volvió a estar presente, lo que me hizo darme cuenta de que, a pesar de que en ni en bici ni en la piscina notara nada, sigo teniendo esa zona afectada, y seguramente me tocará parar bastante más tiempo del que tenía pensado.  

La verdad es que ahora mismo me veo un tanto decepcionado. Tras llevar varios días donde he podido hacer deporte sin dolor alguno, he visto que mi pie no está aun recuperado para poder correr, y me veo de nuevo parado, sin poder encadenar ningún kilómetro, y con el final del túnel bastante lejano. Lo que parecía que estaba a la vuelta de la esquina se ha distanciado por mucho, y me tocará tirar de paciencia para poder aguantar el ansiado día en el que pueda empezar a entrenar de nuevo, sin dolores. Sé que ese día está lejos, bastante lejos, pero espero que llegue y que pueda volver a ponerme unas zapatillas y correr.  

¿Qué hacer ahora? Sabia pregunta.  La verdad, ahora mismo no tengo nada claro si pararé otra vez del todo, o si volveré a la bicicleta y a la natación. Iré valorando, pero, como decía, no tengo nada preparado, me tocará improvisar. Creo que todos los objetivos que comentaba en la última entrada que publiqué en el blog también pasarán a la historia. Tenía previsto empezar a entrenar esta semana, pero viendo cómo está la cosa, mucho cambio tiene que dar todo para poder seguir entrenando estos días. Que estar así es un desquicio es cierto, todos lo sabemos, pero, ¿qué hacer? Supongo que fastidiarme. Para animarme un poco, intento acordarme de atletas como Pedro Nimo, que, tras las serias lesiones que tuvo en Berlín, tardó dos años en poder volver a competir en la prueba de Filípides, que precisamente fue también en Belín, o de mi buen amigo Angel que lleva varios años no con muchos, sino con muchísimos problemas de lesiones, algunas de ellas bastante serias, y nunca ha perdido ese afán competitivo ni sus increíbles ganas por seguir entrenando. Precisamente hoy me mandó ánimos y me aconsejaba que me lo tomara con calma y que no me agobiara, que él llevaba treinta años, por diversos motivos, teniendo que convivir con dolores. Me quedo con una de sus frases: "lo importante cuando caes, es volver a levantarte y no desanimarse nunca". 

En resumidas cuentas, me va a tocar seguir el famoso refrán que dice "ajo y agua", y aguantarme las ganas de salir a correr hasta que esto pinte mejor. Vamos a tirar de paciencia, y a ver hasta dónde llegamos. 
Nos vemos... haciendo deporte, o eso espero.