viernes, 21 de octubre de 2016

Juntando varias ideas

Estamos ya en pleno mes de octubre. Seguramente habréis comenzado hace bastantes semanas a completar los primeros entrenos de la temporada 2016-2017. Cuestas, rodajes y cambios de ritmo (o fartlek, como lo queráis llamar) predominaran en vuestras tablas, aunque tampoco faltará mucho hacer algo más específico. Y es que las primeras carreras de la temporada están ya a la vuelta de la esquina. El cross de Atapuerca y la Behobia-San Sebastián, dos carreras con mucho prestigio, una a nivel fedeardo y otra a nivel popular, compartirán fecha. EL 13 de noviembre se juntarán por un lado, los mejores especialistas de campo a través, y por otro lado, miles de populares se codearán con grandes especialistas en media maratón. Por lo tanto, muchos tendréis en mente alguna de estos pruebas.

Pero con octubre también llega el otoño. Seguramente ésta sea la mejor estación para correr. A la hora de entrnar por lugares naturales, nos encontramos con espacios preciosos. Esa mezcla de colores, las hojas por el suelo (ojo a eso, que puede jugarnos alguna mala jugada y acabar lesionado) o incluso los colocres, hacen del otoño la mejor estación para entrenar. Tampoco nos encontramos con temperaturas gélidas, como sucede en invierno, y ahora nos basta con una camiseta larga y, a lo sumo, unas mallas piratas. Vamos, una auténtica gozada para ponernos a gastar zapatillas por nuestros lugares habituales.

Personalmente, esta es mi estación favorita, donde mejores sensaciones hte nido. Quizá por eso, ahora me cuesta acercarme a los lugares por los que suelo entrenar normalmente, y ver que, en plena estación de otoño, no voy a poder disfrutar de lo que comentaba unas líneas más arriba. Es lo que me toca pasar, pues una vez lesionado, solo puedo ir a por la completa y adecuada recuperación y pensar en volver, pero se me está haciendo muy, muy cuesta arriba. Reconozco que lo estoy echando mucho, mucho de menos, pero el deporte es lo que tiene, y como suele decirse, al que está en el sofá no le pasa. Vamos a ver si la paciencia aguanta y empezamos a ver el final del túnel, un final que ahora mismo veo muy, muy lejano y complicado de alcanzar.

Deportivamente, están siendo unos días diferentes respecto a lo que estoy acostumbrado. Tras un paró completo de diez días (bueno, un día rodé 25 minutos), empecé a dar vueltas a los pedales y brazadas dentro de una piscina. Ésto, junto al temario de las oposiciones, me está ayudando a no darle tantas vueltas a la lesión y a consolarme pensando que, pudiendo hacer otros deportes alternativos, el regreso al atletismo se hará un poco más llevadero, al haber seguido activo cardiovascularmente. Independientemente de que no pueda correr, en lo que se refiere a estos otros dos deportes, debo reconocer que tengo momentos en los me cuesta mucho adaptarme a la natación o al ciclismo, no tanto por el tema físico (que también) sino por el tema mental. En el tema de la natación, no es que sea mi deporte favorito, pero tampoco me decepciona, por lo que, en un principio, no tengo demasiados motivos para quejarme; sin embargo, hay uno especial que hace de estas sesiones momentos algo más que monótonos. Y es que, siendos inceros, lo de dar vueltas a una pista de 400 metros es aburrido, pero lo de hacer largos de 25 o 50 metros le gana por goleada. Cuando vienes acostumbrado a estar cambiando constantemente de paisajes y te metes en un espacio tan limitado, la verdad es que es demasiado monótono. Lo de montar en bicicleta es mucho más agradable, por supuesto, pero creo que con el abandono de la práctica ciclista casi por completo, he acabado relacionándolo con las lesiones (qué cosas más raras hace la cabeza, la verdad), por lo que tampoco me hace demasiada gracia verme vestido de ciclista, porque últimamente me estoy subiendo a dar pedales por no poder correr. Pero, como digo, si ahora no puedo hacerlo, me tengo que decantar por dos opciones: no hacer nada o hacer largos y dar pedales. Me da que por ahora me decantaré por la segunda opción, porque seguramente, y aunque me toque tirar de mucha paciencia para hacer los largos en la piscina, será más agradable que estar completamente parado.

Cambio un poco y dejo de lado mi lesión. Como alguna vez he comentado, me encantan los temas de planificaciones y demás historias vinculadas a ellas. Ahora que no puedo correr, he estado aprovechando los ratos libres para darle vueltas al hecho de cómo me gustaría organizar la temporada una vez que pueda estar correteando de nuevo. Siempre me han hablado de Chema Arguedas como un referente para organizar los entrenamientos. Al final, me he decantado por leer algunos de sus artículos en la revista Ciclismo a Fondo y empezar a estructurar los planes basándome en sus consejos. Recomienda hacer un periodo de acondicionamiento general o “base” de doce semanas, aumentando cada semana o cada mes el volumen de las sesiones e introduciendo algo con pulsaciones más alta según vayamos completando las sesiones del periodo. La verdad es que es una forma de organizar los entrenamientos que siempre me ha rondado la cabeza, pero que entre unas cosas y otras, finalmente no he completado nunca. Que da resultados es algo que sí me han demostrado varias personas que han seguido este método, sobre todo ciclistas. Así que, ¿por qué no intentar llevarlo a la práctica y organizar toda una temporada con una metodología que nunca he llevado a cabo y que me puede beneficiar bastante? Aun tengo que recuperarme para poder empezar a entrenar, por lo que no me sentado aun a elaborar ninguna tabla de entrenamiento, pero esto es algo que me motiva bastante, más, como decía, viendo los resultados que he visto que ha dado a varios compañeros y familiares.

En definitiva, vamos a ver si logro recuperarme de esta lesión que ya me ha tenido un mes sin poder poder entrenar, y que poco a poco pueda volver a pensar en preparar alguna competición.

Nos vemos… haciendo deporte, claro.

No hay comentarios: