Este
domingo se celebró la vigésima edición de la Carrera Popular “Don
Bosco” en en el barrio vallisoletano de Valladolid, con victoria
para Eudardo Ordax y Andrea Roman. Un año más, nos desplazamos
hasta Valladolid para competir en esta última edición de una prueba
que, a lo largo de los años, ha logrado instaurarse dentro del
calendario de la ciudad y, por qué no, también del calendario de
Castilla y León.
En
Zamora, el día se levantó bastante desapacible, con algo de lluvia,
que decidió acompañarnos durante gran parte del viaje, aunque una
vez en Valladolid, decidió que no quería estar presente en la
prueba. Mirando cada poco tiempo hacia el cielo, deseando que no
lloviera, llegamos al barrio de Pajarillos. Tras la típica de
recogida de dorsales, como siempre muy bien organizada, y sin
descuidarse con la hora de calentamiento (la categoría Absoluta
salía a las 10.30), tocó ir a ver a los primeros atletas del Club,
que correrían sobre una distancia de unos 2200 metros. Tras su
salida, a las diez de la mañana, tocaba cambiarse y empezar con los
ejercicios típicos del calentamiento, algo que hoy, con la
temperatura que había a esas horas, era algo más que necesario.
Poco a poco, la zona de la salida y de la llegada se fue llenando de
corredores, todos con un mismo objetivo: intentar correr lo mejor
posible a lo largo de esos 9500 metros de recorrido por las calles de
Pajarillos.
La
hora de salida estaba programada para las 10.30 de la mañana. Unos
minutos antes, la línea de salida se abarrotó. Quizá en un pequeño
error por parte de la organización, o quizá de los atletas, se
colocó una cinta, detrás de la cual, debíamos estar todos los
corredores. Creo que fuimos varios los que esperamos hasta última
hora, pensando que se nos dejaría alargar el calentamiento hasta el
último momento. Pensamiento inadecuado, pues no la quitaron hasta
que todos estuvimos detrás de ella, lo que provocó una situación
un tanto incómoda para muchos, y es que realmente estábamos
“apretujados” unos contra otros, llegando incluso algún juez a
mandar a los atletas más rezagados que se incorporaban a la primera
fila, a filas más traseras, porque en las primeras ya no entraba “ni
un piojo”. Tras unos primeros metros donde hubo codazos y golpes a
manta (incluso escuché voces entre algunos atletas), el grupo se fue
deshaciendo y se fueron poco a poco formando grupos. En mi caso, no
me acababa de encontrar cómodo en ninguno, por lo que decidí hacer
mi carrera, olvidándome de grupos, e intentar hacer la carrera lo
más progresiva posible, aplicando la ley que tantas veces me dijo
Ángel en su día: “Lo importante es que pases cadáveres, no que
tu seas un cadáver”. Dejando que fueran mis piernas las que
marcaran el ritmo, pero teniendo siempre en la cabeza la idea de
intentar correr por debajo de los 3'40 min/km, hice gran parte de la
carrera. En los últimos kilómetros me salió la vena competitiva en
su máximo esplendor tras ver que un atleta al que acababa de
rebasar, se me iba pegando. Durante unos cuantos metros, vi que
perdía el puesto en el que iba, traía un paso más que interesante
y yo ya iba casi al límite. Aproveché el último tramo que teníamos
con un poco más de subida, pero que no dejaba de ser una ligera
pendiente, y que ya estábamos llegando al último kilómetro, para
echar esas escasas fuerzas que me quedaban y, por lo menos, luchar
por el puesto que llevaba. En el último kilómetro noté el esfuerzo
hecho a lo largo de los ocho kilómetros anteriores, y debo reconocer
que veía bastante negro poder mantener ese ansiado puesto.
Finalmente,
logré mantenerlo, entrando en décimoséptima posición y primero de
la categoría Juvenil. Los datos del Garmin fueron: 9280 metros en
33'45”, a 3'38 min/km. Después de un par de pruebas compitiendo a
ritmos algo por encima de los 3'40, hoy logré correr un par de
segundos por debajo. Durante unos kilómetros logré tocar ritmos en
torno a los 3'35, pero debo reconocer que era un ritmo bastante
exigente, y no fui capaz de mantenerlo.
Siendo
sincero, la organización de la prueba apenas tiene puntos negativos.
Buen recorrido, buena organización, y rápida entrega de dorsales,
algo que otros años recuerdo como algo pesado. Por supuesto, no pudo
faltar el caldo, ideal para reponer fuerzas y entrar en calor después
de los más de nueve kilómetros pateando por el asfalto. También
fue una gozada contar con dos grandísimos atletas, como son Fermín
Cacho y Mayte Martínez. Como punto negativo a la prueba, pondría el
tema de la salida. No me gustó que tuviéramos que “entrar con
calzador” y que algunos atletas rezagados, que llegaron a la línea
de salida en el último momento, tuvieran que irse a filas más
traseras. Hablando un poco desde la ignorancia, creo que se puede
preparar una salida sin necesidad de colocar una cinta que delimite
el lugar donde deban colocarse los corredores y sin necesidad de
“apelotonar” a los atletas.
En
definitiva, creo que una mañana de atletismo para disfrutar. Ahora,
toca replantearse nuevos objetivos competitivos. No tengo muy claro
en qué pruebas participaré, pero bueno, aun hay tiempo para ir
programando. Los 10 kilómetros de Fuentesaúco pueden ser un gran
momento para probarme sobre mi distancia favorita. Este año estaré,
si no surge nada, en la línea de salida de la Media Maratón “Ciudad
de Zamora”, que se celebrará el 19 de marzo, pero creo que en esta
edición no completaré los 21 kilómetros, sino que me centraré en
completar hasta el kilómetro 18, y ahí, dar por terminada la
sesión. Bueno, iremos valorando dónde nos gustaría andar bien y
dónde realmente podremos hacerlo.
Nos
vemos… haciendo deporte, claro.
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