jueves, 30 de marzo de 2017

Filosofeando

Al fin, me vuelvo a sentar para escribir unas cuantas líneas. Últimamente tengo este espacio demasiado abandonado, algo que no me gusta demasiado, pero a lo que me tengo que acostumbrar, muy a mi pesar. No siempre podemos hacer todo lo que nos gustaría, y aunque las 24 horas del día dan para muchas cosas, creo que en ocasiones queremos hacer más de lo que podemos. Para esta ocasión, me gustaría poder decir que tengo un tema específico para desarrollar a lo largo de unas cuantas líneas, pero no tengo nada pensado. Ya sé que puede sonar contradictorio decir que tengo ganas de escribir, pero no tengo nada para contar, pero también lo es para mucha gente tener ganas de salir a correr y no tener objetivos competitivos. Me encanta escribir aunque no tenga nada que contar, el mero hecho de dejar que las palabras vayan saliendo según se me van apareciendo, lo que viene a ser la improvisación, me encanta.

Van pasando los días, y ya nos encontramos casi en el mes de abril. Los días se me han pasado volando en los últimos meses, algo que puede resultar bastante positivo. Poco a poco, los objetivos fuera del ámbito deportivo se van acercando, y en breve me tocará enfrentarme, junto a otros varios aspirantes, a algo que llevo preparando bastante tiempo, mis primeras oposiciones. Aprobar sería una auténtica gozada, pero también soy consciente de la complejidad de un examen de este tipo, y de lo complicado de alcanzar una de esas ansiadas plazas. Ésto, como sucede con las competiciones, es un trabajo diario, y no de unos cuantos días. Después de estar pensando en este examen, y a pesar de que últimamente he estado compartiendo los estudios de las oposiciones con los entrenamientos y un curso sanitario, debo reconocer que en estos últimos días me ha costado centrarme lo suficiente en lo que estaba estudiando. Me imagino que la cercanía con el examen ha sido uno de los factores más importantes, llevándome en algún momento a pensar más en él que lo que estaba estudiando, aunque también me imagino que el tiempo ha ido haciendo cierta mella. Como decía, aprobar la oposición y conseguir una plaza estaría muy bien, pero, acudiendo con la única experiencia de haber hecho tan solo un examen previo y sin saber exactamente como es esto cuando realmente te juegas algo importante creo que es algo que juega en mi contra, pero, como en todo, tampoco es plan de acudir con miedo. Vamos a ver cómo es esto y, por lo menos, a hacerlo lo mejor posible. Luego, el cúmulo de nervios, preguntas y demás historias serán los encargados de decir la nota que delimite quién sí y quién no tendrá en su poder ese tan deseado aprobado.

A nivel deportivo, me encuentro en un momento muy curioso. Tengo la impresión de estar viviendo algo nuevo, pero a la vez, algo ya vivido hace bastante tiempo. Las ganas competitivas, el afán por colgarme un dorsal y “sacar los ojos” a todo el que se pusiera delante se ha rebajado de una manera impresionante en los últimos meses, o mejor dicho, en el último año, mientras que las ganas por salir a disfrutar, a pasármelo bien mientras recorro Zamora a base de zancadas está en aumento. Sigo entrenando seis días semanales, pero con una filosofía bastante diferente. Salgo a rodar con el simple objetivo de hacer unos cuantos kilómetros por sensaciones, disfrutando de cada zancada, sin pensar en objetivos competitivos ni en series. Mis objetivos cuando me calzo las zapatillas han cambiado sustancialmente, y si antes salía, por ejemplo, con el objetivo de hacer un rodaje a un ritmo de 4'00 min/km, ahora salgo con la idea de hacer los mismos kilómetros, pero intentando que el ritmo medio sea por debajo de los 4'30 min/km. La filosofía con la que entiendo esto se ha visto muy afectada, y a pesar de seguir haciendo unos cuantos kilómetros cada semana, poco o nada tienen que ver con los que hice cuando entrené con Teo o cuando logré la que, hasta ahora, es mi única victoria en la categoría Absoluta, en Bañobárez.

Por un lado, me gusta entender el deporte como ahora lo entiendo. No me preocupo tanto de ritmos ni de pulsaciones (he dejado de lado el pulsómetro, para poder así entrenar escuchando a mi cuerpo y no a esta herramienta), pero, sin embargo, me preocupo más de salir cada día por sensaciones o de fijarme en cada detalle de la vuelta que estoy haciendo mientras sumo unos cuantos kilómetros. Vamos, la filosofía que mi padre me enseñó a aplicar en la bicicleta y que, aunque con cierto retraso en relación al deporte de las dos ruedas, ha acabado llegando también a las zapatillas. Me parece, como decía, una aportación bastante positiva. Aun así, muchos compañeros y conocidos me siguen comentando que me anime a buscar de nuevo ese gusanillo competitivo que tuve en su momento y me decida a no hacer tantos rodajes e introducir sesiones de calidad en su sustitución. Es cierto que podría intentarlo, plantarme como objetivo volver a tocar los ritmos que manejaba cuando, por ejemplo, gané en Bañobárez (para mi, aquellos han sido los mejores meses desde que comencé a correr, y sobre todo, cuando más competitivo y con más ganas de series me he visto), pero ahora mismo, no es algo que me llame. La verdad, he conocido una forma diferente de entender del deporte y debo reconocer que me ha gustado lo suficiente como para quedarme. Como me han dicho también varios compañeros, a nivel competitivo estoy desaprovechando unos años muy buenos para colgarse un dorsal y seguir formándome como atleta, e incluso plantearme temas de marcas y demás, pero, la verdad, no creo tener las suficientes cualidades como para poder dedicarme de manera exclusiva a esto, y aunque entrenando, creo que podría estar relativamente delante en algunas carreras populares, me parece que es mejor mantener esos seis días semanales de carrera continua, y dedicar el esfuerzo que podría suponer darme caña con las series o en busca de alguna marca, en otros apartados que sí puedan ayudarme en cuanto a solucionar mi vida.

Pero, aunque más de uno se sorprenderá, sigo he mantenido una de las muchas manías que me han acompañado a lo largo de estos años como corredor. El tema de las preparaciones físicas siempre me ha llamado un tanto la atención, y aunque ahora mismo no esté llevando una planificación específica, sí es cierto que sigo elaborando un plan de entrenamiento. Maniático que es uno, tengo la costumbre de salir de casa sabiendo la distancia (estoy rodando por kilómetros) que voy a hacer cada en cada sesión de entrenamientos. A nivel deportivo siempre me han dicho que soy una persona con ciertas manías, y desde en este aspecto no puedo negar que todo quien me lo dice está en lo cierto. No sabría explicar el motivo por el cual, incluso sin un objetivo competitivo necesito tener “un algo” que me diga que me indique la sesión diaria. Quizá, de no ser así, me costaría mucho más salir a rodar, no lo sé, pero el hecho es este. Debo reconocer que, si bien tengo una tabla, solo programo los kilómetros. El ritmo suelo dejarlo a decisión del cuerpo, según cómo se encuentre cada día. En este aspecto la verdad es que suelo ir por sensaciones, y con lograr ir a 4'30 me conformo, y a partir de ahí, si unos días sale más rápido, perfecto. Maniático que es uno, en definitivas cuentas.

Para cerrar el artículo, me gustaría escribir sobre ciclismo. Jaime Rosón logró hace unos días ser tercero en la clasificación general de la Semana Coppi-Bartali. El zamorano, integrante del equipo Caja Rural, sigue demostrando su calidad como ciclista, y más en concreto como escalador, haciendo una gran actuación en esta prueba italiana, que le ha llevado a lograr otro gran puesto dentro del complicado mundo del ciclismo profesional, un podio que suma a su victoria en el Tour de Turqía hace un año. La verdad, esperemos que Jaime siga creciendo como deportista de élite, y de aquí en unos años podamos verle peleando por las pruebas más prestigiosas del calendario internacional, como pueden ser el Tour o la Vuelta.

Nos vemos… haciendo deporte, claro.

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